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viernes, 1 de abril de 2011

Alquimia y Alquimistas: John Dee


Alquimia y Alquimistas: John Dee

13-dic-2010 Liliana Coma


                                                                                                                 





























Recorrer el camino de la Alquimia como otros ya han hecho algunos -magistral  y extensamente- como Fulcanelli en el "Misterio de las Catedrales" , es tarea difícil; y escudriñar en la vida -tan fascinante- de un astrólogo, matemático, geógrafo, y un largo etcétera, que murió hace más de 400 años supone un reto a la hora de dilucidar su verdadera biografía, en tan breve espacio.
A lo largo de varios artículos -no muy seguidos- se intentará acercar la verdadera alquimia, la que tiene poco que ver con posteriores químicos y antiguos sopladores. Para el que quiera adentrarse en este mundo hermético, pueden resultar imprescindibles 3 libros
  • El Tesoro de los tesoros de los alquimistas de Paracelso
  • La entrada abierta al palacio cerrado del Rey de Irineo Filaleteo
  • Mutus Liber (Libro mudo) de Rupellae
Pasión por estudiar

John Dee nace en el seno de una familia humilde en Tower Ward, Londres, de padre mercader y cortesano de Enrique VIII, el 13 de julio de 1.527. Desde pequeño le apasionan los libros, a los que dedica muchas horas, con 15 años consigue entrar en la Universidad de Cambridge. Es a partir de entonces cuando decide aplicarse -aún más- para ello organiza sus horarios de la siguiente manera: Estudios: 18 horas. Comer y asearse: 2 horas. Dormir: 4 horas. Con esta dedicación consigue dar conferencias sobre astronomía a tan temprana edad, además de terminar otros estudios como geografía, matemáticas, cuyas conferencias sobre Euclides en la Universidad de París, conseguía llenos absolutos. También tuvo tiempo de estudiar astrología, alquimia y fruto de sus viajes por el continente europeo cartografía y magia ceremonial.

Sus predicciones astrológicas para María I Reina de Inglaterra, empiezan a darle problemas, es acusado de brujería por ello, y sólo las gestiones de un obispo amigo le salva de terrible destino, ante la inquisición. A la muerte de María I, consigue el favor de Isabel I de Inglaterra -su sucesora- a quien facilita concretas predicciones astrológicas, incluso el día favorable para su coronación.
También inventa un artilugio mecánico en forma de escarabajo -de gran tamaño- para una obra de teatro, capaz de levantar un hombre en el escenario, y le vuelven a acusar de brujería, siendo expulsado de Cambridge, por lo que decide viajar a Lovaina, Bélgica para salvaguardarse del ambiente supersticioso del Londres, de aquella época. Allí hace amistad con Gerardus Mercator, volviendo a Londres -gracias a él- con aparatos de navegación desconocidos para la Armada Británica. El resto de sus viajes por el continente europeo los realiza para ampliar sus conocimientos, fuera de las Universidades, que por esos años daban más importancia al Trivium que al Cuadrivium -por el que Dee estaba más interesado.

Retrato de John Dee del siglo XVI - Autor desconocido -


La aparición del Arcángel Uriel


En 1.581 en su casa de Mortlake en Londres, consiguió tener una experiencia sobrenatural. Se le presentó el Arcángel Uriel -rodeado de luz- quien le regala un espejo, según algunos de antracita y otros de obsidiana, que todavía se encuentra en el Museo Británico de Londres. De forma convexa y extraordinariamente pulimentado. El Arcángel le asegura que a través de ese espejo, podrá ver lo que ocurre en otros mundos paralelos, y podrá recibir mensajes de seres espirituales, en particular de Uriel, considerado el arcángel de la luz, que era muy venerado en la Edad Media. A pesar de ser un Arcángel, Uriel fue quitado del santoral cristiano por la extrema devoción que la gente sentía por él, a quien comparaban con el Sol, y era el principal destinatario de las advocaciones.

John Dee encontró en este espejo una dificultad, ya que en esa época no existían medios de reproducción, y le resultaba difícil atender, por un lado los mensajes, y por otro recordarlos con precisión para transcribirlos. Se dio cuenta que necesitaba un ayudante, y un año después conoce a un personaje oscuro llamado Edward Talbott, que -a causa de problemas con la justicia- decide cambiar su apellido por Kelly o Kelley, que ha sido el nombre por el que todavía hoy se le conoce. Entonces, Kelly que sentía una gran fascinación por la magia, miraba a través del espejo y John Dee transcribía los mensajes.

El doctor John Dee


Magia e idioma de los ángeles


Sus conocimientos herméticos le permitieron fabricar varios pentáculos de protección -entre ellos- el Sigilum Dei Aemeth, que usaba junto a Kelly, como protección para la magia ceremonial, con el fin de evitar la entrada de entidades negativas. También inventó el idioma -que denominó enochiano o de Enoch- para comunicarse con los ángeles. Un trabajo ímprobo que consistió en 48 tablas de 49 x 49 signos cada uno, y en cuyo planteamiento definitivo, también fue ayudado, según expresó, por el Arcángel Uriel, tablas que sumarían 117.649 caracteres. El Idioma de Enoch fue analizado hace unos años, así pudo descubrirse su gramática y sintaxis, lo que le validó como una verdadera lengua.

Gran amante de los libros, coleccionó una gran cantidad de ellos, así como manuscritos llegando a tener en 1.583 unos 4.000 ejemplares en su casa de Mortlake -Londres- que se convirtió en la mayor biblioteca de Inglaterra por aquellos años, y centro de estudios adonde acudían gran cantidad de estudiantes. 


Alquimia  en el laboratorio del Rey

Ese mismo año decide junto a Kelly viajar hasta Praga, buscando la protección de Rodolfo II de Habsburgo, gran apasionado de la Alquimia, y que poseía un carísimo y complicado laboratorio.
Permanecen en Praga durante 4 años, pero la Reina Isabel I de Inglaterra, quiere que Dee siga aconsejándola sobre cuestiones de estado, para ello la Reina le envía mensajeros, con sus consultas. Él le hace entrega de sus predicciones en pergaminos lacrados, que contienen las siglas: 007 -clave que significaba- solo para sus ojos, los de la Reina, la única que podía leer esas predicciones; y de donde Ian Fleming se inspiró para su famoso personaje de ficción.

El manuscrito Voynich

Se cree que John De -para obtener el favor de el Rey Rodolfo II- le obsequió el manuscrito Voynich, libro de jeroglíficos y letras que al día de hoy no pudo ser descifrado. Algunos piensan que fue escrito por Roger Bacon, precursor de la óptica -que se cree- habría llegado a construir un microscopio, asunto que podría considerarse en ese momento de la historia, seguramente otro caso de brujería, factible de ser condenado por la inquisición, por ello no lo habría firmado... Los dibujos se cree podrían pertenecer a células del cuerpo humano, aumentadas a través del microscopio, que Bacon habría inventado.



Un mago en desgracia

¿O dos?. Luego de la aventura en la corte de Praga, los caminos de Kelly y Dee se separan. Kelly que le ayudaba en las magias ceremoniales, intenta convencerle de que Uriel le había dado un mensaje: que deberían intercambiarse las esposas. Se cree que John Dee no creyó tal atrevimiento, por un lado por sus profundas convicciones cristianas y por otro por sus conocimientos de angelología, y por esa razón nunca más vería a Kelly, ni trabajaría con él.
Dee con la fama que le circundaba, atraída por este episodio con su socio, las sospechas de espionaje para la Reina Isabel I, y las lenguas mal hablantes que le seguían acusando de brujería, consiguió un modesto trabajo en una Universidad, que además de mal pagado, contaba con un ambiente hostil hacia él. Murió a finales de 1608 o principios de 1609 en la más absoluta pobreza, a los 81 años, a pesar de su legado invaluable: "La Mónada Jeroglífica", sus pentáculos de protección y un acercamiento profundo al arte de la alquimia.
Por esos años se estima que el promedio de vida rondaba los 40 años, salvo en la realeza donde podría estimarse en torno a los 60. John Dee quizás no haya alcanzado fabricar oro alquímico, pero los años que vivió- tal vez- sean la mejor prueba de que acarició la piedra filosofal, o como mínimo probó el elixir de la vida.




















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