En 1968, en el aeropuerto de Kankakee, en Illinois, la lista de pasajeros del DC-3 de la compañía de aviación Pardue, con destino a Dallas, Texas, se encontraba ya completa. Sólo dos personas, Jarrold L. Potter y su mujer, Carrie, faltaban por embarcar. Se hacía tarde, y al poco, los vieron llegar sin equipaje, corriendo por la pista
Al subir al avión, las azafatas se sorprendieron de encontrar a dos personas de aspecto tan desmejorado. Estaban ojerosos y pálidos y tenían un color mortecino en la piel. Creyendo que era debido a su excitación por temor a perder el vuelo, las azafatas les tranquilizaron, diciéndoles que no pasaba nada e indicándoles sus asientos.
El avión despegó y los dos pasajeros se pusieron a hablar entre ellos de las ventajas de viajar en avión y del panorama que se divisaba desde el cielo. En un momento dado, cuando el avión estaba sobrevolando Rolla, en Missouri, Jarrold se levantó del asiento para ir al lavabo y su mujer le acompañó temiendo se fuera a marear y después le diera el viaje con sus lamentaciones. Pasó el tiempo, y ni uno no otro volvió a aparecer jamás
El DC-3 aterrizó en Dallas y dos personas de la lista de pasajeros, no se encontraban ya entre ellos. Se pensó, por encontrarle sentido a la desaparición, que quizás hubiesen equivocado la puerta y hubiesen abierto accidentalmente una de las salidas del avión, sin embargo esta teoría pronto se descartó, pues eso hubiese provocado, por unos minutos, una pérdida de presión y altura en el aparato, que nadie notó en ningún momento. Nadie consiguió nunca explicarse lo sucedido, y así quedó registrado para el asombro de pasajeros y tripulantes.
Pero la historia no estaba destinada a quedarse ahí. Seis años después, en 1974, un avión de la Lufthansa, con destino a Frankfurt, salió del aeropuerto de Milán. Eleonor Thomas, compartía asiento con un hombre y una mujer de carácter simpático y extrovertido. A pesar de que parecían cansados y sus ropas, viejas y desgastadas, llamaban la atención, Eleonor habló con ellos animadamente hasta que ambos se levantaron del asiento y se dirigieron al lavabo. Nunca más volvieron a aparecer.
Lo sorprendente del caso es que toda los viajeros del avión, recordaban esa característica en sus caras y ropas, y todos coincidían en que parecían amables y dicharacheros. Cuando los inspectores de vuelo revisaron la lista para identificar a los dos “volatilizados”, se encontraron con que sus nombres eran Jarrold L. Potter, y Carrie Potter, los mismos que habían desaparecido en pleno vuelo, seis años antes.
Lo sorprendente del caso es que toda los viajeros del avión, recordaban esa característica en sus caras y ropas, y todos coincidían en que parecían amables y dicharacheros. Cuando los inspectores de vuelo revisaron la lista para identificar a los dos “volatilizados”, se encontraron con que sus nombres eran Jarrold L. Potter, y Carrie Potter, los mismos que habían desaparecido en pleno vuelo, seis años antes.
El suceso volvió a ocurrir en 1988, en un vuelo chárter con destino a Nueva York. El matrimonio Potter ocupó los asientos que tenían reservados, y después de hablar con la tripulación e ir al lavabo, ninguno de los dos volvió a ser vistos jamás.
Jarrold Potter, era un ejecutivo de una compañía de seguros de la Cámara de Comercio de Ilinois y su mujer, era su secretaria personal. La historia parece que forma parte de un caso real y existen datos que lo confirman. Fuera lo que fuere lo que les pasó a los Potter en el primer viaje, y sean quienes sean los aparecieron posteriormente, el relato bien merece entrar en los hechos imposibles
Fuente: Alruiz2mil
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