Durante el año 79 d.C. mientras en Italia gobernaba Tito, una erupción del Vesubio dejó bajo sus cenizas las importantes ciudades romanas de Pompeya, Herculano y Stabias. al solidificarse la lava preservó el arte de aquella época de una manera extraordinaria. Y aunque no fue descubierta hasta el siglo XVIII dicha erupción del volcán dejó intacto los frescos y pinturas de la época, preservando aún los pequeños detalles de estas obras, y mostrándonos sus paredes como un libro abierto a la posteridad.
Villa de los Misterios
Se trata de una residencia lujosa y original, que se cree pudo pertenecer a un templo dedicado a rituales dedicados a Dionisio - Dios del vino -comparable al romano dios Baco- Amante de los excesos, el entusiasmo y el éxtasis, pero también considerado bienhechor por su cercanía a la agricultura y la naturaleza como protector de las cosechas. Existen múltiples pinturas en referencia a los rituales dionisíacos -muy importantes para la época -siglo I d.C. pero se desconoce con exactitud en que consistían los rituales que se le dedicaban.
En 1910, los arqueólogos que trabajaban "rescatando" de las cenizas los restos de la célebre ciudad de Pompeya, sacaron a la luz los cimientos de una antigua villa romana. Al igual que el resto de la ciudad, dicha villa había sido devorada por la furia del Vesubio, que entró en erupción en el año 79 d.C.
Poco después de su descubrimiento su fama se extendió por todo el mundo, y sus bellas pinturas adquirieron un protagonismo excepcional, y terminaron por dar nombre a la vivienda. Dichas pinturas –un fresco copia de una obra griega más antigua– ocupan las paredes de un salón de seis por nueve metros, en las que descubrimos numerosas figuras femeninas en distintas actitudes.
Desde su descubrimiento, los investigadores han interpretado la escena como una iniciación a los Misterios de Dionisio(Baco), uno de los cultos mistéricos de la antigüedad (en un post anterior ya hablé de los Misterios de Eleusis). Este sería, por tanto, el motivo de que la villa tenga ese nombre.
Lo cierto es que resulta difícil no sentirse "atrapado" por el aire enigmático de dichas pinturas y hoy en día constituye uno de los principales atractivos de Pompeya a ojos de los turistas. Sin embargo, últimamente existe una polémica sobre el auténtico significado del fresco. Aunque la mayor parte de los estudiosos sigue opinando que las imágenes representan una iniciación a los Misterios, algunos autores, como Paul Veyne, se oponen a esa interpretación, y proponen otra hipótesis: las imágenes mostrarían la preparación de una joven ante su boda.
Si queréis profundizar en ambas hipótesis, os recomiendo estos dos libros: por un lado, La villa de los Misterios de Pompeya, de la filóloga y psicóloga alemana Linda Fierz-David, recientemente editado por Atalanta y en el que se defiende la teoría de la iniciación dionisíaca; en segundo lugar, Los misterios del gineceo (ed. Akal, 2003), que incluye un extenso capítulo titulado "El llamado fresco de los Misterios de Pompeya" del citado Paul Veyne, donde argumenta la visión contraria.
El tema de los cultos mistéricos de la Antigüedad es a un mismo tiempo complejo y fascinante, y en muchos casos estas prácticas iniciáticas dejaron tras de sí bellas representaciones artísticas. En próximas entradas os mostraré alguna de estas obras.
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